sábado, 4 de diciembre de 2010

#Capítulo 13

Un último bar. La música ha subido de volumen y el ritmo es más marcado. La gente tiene realmente ganas de divertirse y ellos no quieren ser menos.
-Vale, te toca de nuevo.
-¿Qué quieres que te cuente?
-No sé. ¡Ah, sí! ¿Y Carlota? No me has hablado de ella aún.
-Bueno, esa puede ser otra parte de la larga historia.
-Pues ya puedes empezar -sacó el móvil de su bolsillo y miró la hora-. Todavía es temprano.
-De pronto dejamos de hablarnos. Fue justo una semana antes de lo de Carlos. De pronto, un día, la vi por la calle y cuando me acerqué a saludarla, tomó otro camino para evitarme. Estuve días intentando hablar con ella, para saber si había hecho algo que le hubiese molestado, pero todo lo que conseguía era indiferencia por su parte. Me huía. Intenté hablar con todas sus amigas para preguntarles a ellas, pero ellas tampoco querían hablar conmigo. Una vez intenté ir a su casa para hablar con ella pero nadie me abrió la puerta. Otro día, en el colegio, conseguí meterle una nota en su mochila que le decía que le esperaba en el parque de siempre a las cinco de la tarde. Pues estuve allí hasta las siete y no apareció nadie. Después de eso, me di por vencida.
-¿Qué hiciste después?
-Al día siguiente pasó lo de Carlos, y eso acabó definitivamente conmigo. Estuve más de un mes sin salir de casa. Cuando llegaba del instituto, volvía a casa y allí pasaba mis tardes. No hacía nada. Algún día escribía o dibujaba, o simplemente me quedaba tirada en la cama escuchando música. Un día, cuando estaba en la mesa escribiendo algunos poemas, llamaron a la puerta de mi habitación. Sin darme la vuelta si quiera, dije que entrase y de repente estaba ella allí. La conocía de sobra y sabía que quería decir algo, que incluso llevaba pensado, pero de repente se quedó sin palabras. Al ver mi cara de asombro, se echó hacia mí llorando y me abrazó, con miedo a mi respuesta. Yo, sin saber que hacer realmente, me conformé con abrazarle aún más fuerte, secar sus lágrimas y decirle que nada de lo que había pasado acabaría con nuestra amistad. Porque, todos los amigos, tienen que pelearse alguna vez en la vida. Y lo único importante es saber cuándo parar con esa pelea, antes de que sea demasiado tarde. Antes de que la otra persona se acostumbre a vivir sin ti.

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